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Wednesday 4 June 2014

¿POR QUÉ NOS GUSTA LLORAR?

Uno de los estrenos más anticipados este mes fue el de la película The Fault in Our Stars basada en el libro del mismo nombre de John Green. Es curioso, se trata de una película que solo de ver los adelantos te hace llorar, no solo te deja el nudo en la garganta, te hace llorar, te exprime los ojos, te saca la cara de caricatura japonesa, te retuerce el estómago. Es triste, fukcingly sad. De que alguien se muere no cabe la menor duda. Y todos quieren ver esa película, no la de acción, no la de amor, no la de terror, esos algunos las quieren ver, pero la triste, TODOS. ¿Por qué?
No sé. No soy psicóloga. Pero soy humana y mi experiencia es esta. Vivimos en una sociedad que nos impide ser tristes, hace todo para que lo seamos, pero no nos deja. A la primera señal nos ve con cara extrañada y dice, "¿Por qué lloras? No llores. No estés triste." Y nos da de todo para no estarlo: promesas, terapia, chocolates, zapatos, comida, tratamientos para adelgazar, para rejuvenecer, para tener una piel perfecta, para no tener pretextos para no sonreír y fingir que la vida es perfecta. Pero... la vida NO es perfecta. La vida pasa, no tiene sentido, no es una película donde todo tiene un propósito, Nosotros le damos el propósito. Por eso, es absurda y pasan cosas que nos enfurecen y nos dan pena y nos dan tristeza. Pero no podemos llorar delante de los seres queridos porque se preocupan y no quieren vernos tristes, no podemos llorar en el trabajo porque no es productivo y es señal de debilidad, no podemos llorar en público porque obvio, estamos locos. Entonces lloramos en las películas tristes. Entre más tristes mejor. Un par de chicos jóvenes, con la vida por delante, no la tienen, están en un callejón sin salida. La muerte es muy próxima. Se enamoran. Profundamente. Y eso me hace llorar. Yo no tengo ese don. Nadie me adora con pasión. Nadie hace estupideces para estar conmigo. Nadie me cumple mis deseos más caprichosos, bueno, ni siquiera me invita a comer una quesadilla a la esquina. Y a mi hija se le muere el profesor más querido que ha tenido. El que más se interesó en ella. Al que mejor entendió. Se le muere de cáncer en el estómago. Cáncer que descuidó por no tener tiempo entre vacaciones, exámenes, clases y cosas magisteriales. Y tal vez, como dice Mau, no estamos tan mal. A veces necesitamos ver la tragedia en las vidas ajenas para apreciar la cotidianidad en la propia. A veces necesitamos ver que para otros decir, "Nos vemos en un mes" es como para nosotros decir, "Nos vemos en 30 años". No sabemos. Siempre he pensado que las personas que saben que tienen poco tiempo tienen un regalo. Saben que van a morir y deciden qué hacer con su tiempo. No hay pretextos. Yo puedo dilapidar el tiempo. Así como corté mi cabello porque me hartaba el arbusto en que se había convertido, no por quimioterapia. Pero no me cuesta trabajo caminar, amo caminar, es más, corro. Y me gusta correr.
No sé. Me quejo mucho y tal vez no debería. Pero sí debo. Por eso voy a ver películas que me hacen llorar. Porque se vale llorar, se vale estar triste. Whatever, el caso es que me pinté las uñas de azul, como Hazel Grace. Y todo pasa, lo bueno y lo malo. Y todo lo disfrutamos, porque todo es parte de la vida. De esta vida que no sabemos cuando acaba.

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Palabras que fluyen, huyen y en algún lado tienen que acabar.