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Tuesday, 15 September 2009

EL GRITO

También en estas noches se ve cómo ha pasado el tiempo.
De niña mi abuelo hacía pambazos y organizaba una cena donde iban los Cirinos. Los pambazos los envolvía en papeles de China de colores vistosos. Mi mamá no nos dejaba oír música en inglés, ni ver películas en ingés ni nada en inglés. Era noche de Pedro Infante y Javier Solís. Luego veíamos el grito en la tele. Luego se murió mi abuelo.
Con mi papá íbamos a le delegación de Miguel Hidalgo a ver los puestos de comida, de bromas: de bigotes y huevos llenos de confetti y harina --que mi papá detestaba pues se le hacían de pésimo gusto--, de pestañas postizas y apuestas con canicas. Comprábamos pambazos y luego volvíamos a la casa a ver el grito en la tele. Luego se murió mi papá.
Luego de adolescente íbamos los primos a Coyoacán: Samantha, Jaime, Juan, Judy, Gaby, Marco y yo. Comíamos, comprábamos bigotes, pestañas y sombreros. Llovía y no íbamos a la casa de mi tía María a cenar y a ver el grito en la tele. Luego se murieron mi tía María y mi tío Alberto.
Con Rafael íbamos a la delegación benito Juárez, enfrente del Parque de los Venados a lo mismo. A veces había cantantes y siempre quemaban un castillo de fuegos artificiales. Ahí veíamos al delegado gritar y gritábamos con él. Luego íbamos a casa de Carmen a cenar pozole. Una vez fuímos a Coyoacán y me estafaron en las apuesta de canicas cien pesos. Me divertí. América era pequeña y le gustaba ponerse la s pestañas postizas tricolor. No se ha muerto n América ni Rafael. Ni modo (Rafael, digo)
Hace unos tres años cenamos en casa de mi mamá. El menú varía según su antojo. Pero siempre subimos a la azotea de su edificio a ver los fuegos artificiales de todas las delegaciones y creo hasta del zócalo. Luego bajamos y vemos el grito en la tele. Y segumimos vivas. ¡VIVA MÉXICO!

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Palabras que fluyen, huyen y en algún lado tienen que acabar.